Desde Montevideo/ENTREVISTA/Giovanni Giuseppe para Diario Uruguay

 

 A los 10 años de la muerte de Ramón Mérica, creo necesario resaltar la importancia de la Fundación que hoy lleva su nombre, responsable por la conservación, promoción y difusión de su obra. Legado intelectual de un gran periodista y escritor, poseedor de una producción editorial exquisita. Realizó crónicas de elevado análisis crítico en reconocidos diarios y supo revelar con sus entrevistas las confesiones de las personalidades más destacadas.

Con la intención de recopilar anécdotas e historias sobre Ramón, hace un tiempo entrevisté a Julia Moller, por ser su amiga y una referente cultural como él. Pensando que los más próximos quizá puedan acercarnos momentos de su vida, captar su atmósfera y entender su aporte.

Un día de invierno muy frio, Julia me recibió en su casa y me invitó a tomar un café. Lo recordamos a “Gogo” con cariño y coincidimos que sus trabajos en la prensa y la cultura, son de un enorme valor por haber retratado una época.




  __Hace poco leí algunas entrevistas de Ramón y lo que siempre me sorprende es la capacidad descriptiva que tenía, que permite imaginarnos charlando con Borges, por ejemplo.

 __¡Tal Cual!. Generó un periodismo diferente que no hay en el Uruguay.


__Julia, ¿cómo comienza tu carrera periodística?

 __Siempre fui una estudiante bastante preocupada por los orígenes familiares que tengo. Mi abuela Julia Arévalo, fue la primera parlamentaria de América Latina, fundadora del Partido Comunista. Ella fue la que me llevo a la ópera y la primera que me hizo entrar a un teatro. Entonces ya tenía afinidad hacia eso. Cuando me vi en el ámbito televisivo, dije: “yo acá no puedo estar sólo sonriendo sin hablar”. Entonces me di cuenta que me gustaba la comunicación. Tuve la gran fortuna que encontré en el camino de mi trayectoria, gente que me dijo: ¡empezá a hablar!. Cuando empecé a hablar, no paré. Ahí comencé a conectarme con gente que tenía cosas muy sólidas para contar, con gente del ámbito cultural.

Bueno, me encontré con un señor llamado Carlos Scheck,- más conocido como Cochile-, que me hizo una entrevista para entrar en “En vivo y en directo” de Canal 12, e inmediatamente me contrataron. Entonces me permitió integrar el equipo, que fue la primera vez que salió con Néber Araújo en el piso, Jorge Traverso en el móvil de la Plaza Independencia y yo por toda la ciudad encontrándome con gente conocida, con gente de la cultura, con gente del teatro.

Después vino el período de la dictadura y estuve proscripta para la televisión durante unos cuantos años. Los programas de televisión se terminaron, no habían más programas en vivo, porque no se permitía hablar libremente, era un riesgo. Luego empecé a hacer radio en CX 30 -Radio Nacional-, una de las vanguardistas y más opositoras del régimen, en la medida que se podía. Ahí el contacto con la gente de la cultura, cada vez se fue ahondando más.

Tuve que esperar el año 85 que volviera la democracia y a los dos meses estaba en televisión con el programa de cierre de Canal 4. Sin avisarles mucho les vendí la idea de hacer un cierre de televisión contando la programación. Después les dije: "¿me dejan hacer una nota de 5 minutos?". Y así fue como el programa lo abrí leyendo una página de Milton Schinca, después un día lo invite a Milton y otro día alguien que hacia música.  Así logré que el programa se fuera alargando y que fuera una ventana abierta para toda la gente de la cultura. Con la ventana abierta y no habiendo otros espacios, se generó que “Punto Final” fue tal vez, más que una ventana. Una puerta abierta para que ellos entraran y la ventana era hacia la casa de los espectadores. Algunos no les interesaba nada la pintura, los libros, el teatro, ni distintos movimientos de filosofía. Pero empezaron a  interesarse porque el enfoque que le daba no era un enfoque “intelectualoide”. Tenía que ser un programa de entretenimiento, donde la gente viera algo lindo decorado, una ropa, -porque no quería tampoco escindirme de algo que me había servido a mí-. Pero principalmente tener invitados que fueran consistentes. Ahí mi acercamiento a ellos y de ellos hacia mí. Porque me han dado muchas satisfacciones, muchos reconocimientos y eso es el significado que me haya casado con la cultura. No creo ser una persona culta, si sé que soy una persona que tengo mucha inclinación hacia todos los temas culturales. Estoy abierta a todas las propuestas, me gusta escucharlas, tratar de entenderlas y darles posibilidades a través de mis programas de televisión.


 



__¿Qué pensás sobre la Cultura Uruguaya? y ¿Cómo la ves actualmente?

__Creo que la Cultura Uruguaya tuvo su momento de gran auge hace algunas décadas, porque teníamos gente que venía de la generación del  45. Cuando iba al liceo, si no conocías algo que pasaba en la cultura, si no sabías quiénes eran algunos de los escritores nuestros.  Por ejemplo: Don Paco Espínola -que tuve el gusto de conocer-, Benedetti –también-  y Galeano - con quien he tenido menos contacto-. Desconocer a  nuestros escritores era como que estuvieras en falta, como que no supieras cerrar una cuenta de algebra. Esto era algo que además te daba valores, te daba principios, te daba disciplina, te formaba de otra manera.

Después tuvimos la dictadura, donde hasta los libros de ellos desaparecieron y pasaron a ser profesores, gente que había tenido una actividad de aprendizaje docente y pedagógico. Simultáneamente en esta parte de América Latina ha coincidido la época de las dictaduras, entonces como que no se permitió dejarse un pasadizo lo suficientemente ancho para que la cultura no perdiera espacio. Creo que ahí fue la gran caída y  para hablarlo clarito, una gran patinada que todavía está por resolverse.

Con el gran crecimiento que ha tenido la tecnología, - la que no tengo nada a que oponerme-, la gente está más nutrida de información, que de formación. La invasión tecnológica y el consumismo han venido de golpe y hoy tal vez, la gente cada vez necesita ser más consumista y menos nutrirse el alma. Porque a pesar de que hace muchos años alguien escribió que: ” la cultura da trabajo” -y es muy cierto-. Da trabajo en el doble sentido. Da trabajo para quien la hace y le genera un esfuerzo. Entonces, con los problemas de la educación que hay también, creo que hoy por hoy la cultura en el Uruguay no es una de las cosas más relucientes, creo que es una de las cosas por las que tenemos que trabajar más.


__¿Cómo recibiste la invitación para ser Madrina de la Fundación Ramón Mérica?

__De una forma inesperada. Pero creo que tiene que ver con el enorme cariño que ambos nos profesábamos y con una amistad que nació justamente a raíz del programa “En vivo y en directo”. A mí me mandaron hacer en exteriores una nota a la casa de Ramón Mérica. ¡Creí que me desmayaba! Porque a Ramón lo conocí como Director del suplemento Cultural del domingo del Diario El País. Cuando eso era lo más. Y sigue siendo después que se trasladó al Diario El Día. También con los reportajes que hizo en Europa. ¡Ay!, ¡qué miedo que tenía!. Pues me recibió con los brazos abiertos. Fue una de las notas más lindas, que lamento que no haya quedado registrada. Me quedé deslumbrada con su casa, porque no había un pasillito libre - bueno, tu viste como era eso, era muy barroco-. Parecía más un atelier francés pero con una escenografía barroca,  donde cada cosa tenía su motivo. Si había un libro de Testoni, -como yo tengo ese ahí-, estaba porque él contribuyo en hacer ese libro o escribió el prólogo. Si estaban las zapatillas de Sara Nieto, es porque Sara Nieto se las regaló después que fue elegida Directora del Ballet de Chile. Si había una escultura era de Octavio Podestá. Si estaban esas botellas con cosas adentro, es porque Neruda se las dio cuando vivía en Isla Negra.


 

¡las comidas de Ramón!, ¡cómo cocinaba!, ¡qué maravilla!. Era una manera de ofrecerles a todos. Cuando hacía reuniones grandes nunca era el centro porque iba de la cocina a servir, se sentaba un ratito y escuchaba a otro. Para él lo importante era que la gente se encontrara. Eso es una virtud de una persona.


 

__Le gustaba mucho Neruda. Una vez Ramón me mostró el libro “Confieso que he vivido” y me dijo que ese título era el más lindo para un libro de memorias.

 __¡Si!, además tuvo una relación muy linda con Neruda.

"¡lo encontré a Borges!. A Borges lo conocí a raíz de una película que se había hecho acá y a través del protagonista de la película lo conocí en Buenos Aires, pero después lo ví en la casa de Ramón"

__¿Cómo era tu relación con Ramón? ¿Qué acostumbraban hablar?

 __Hablábamos de todo, de todo, música, cine, teatro… Me acuerdo que su primer trabajo de teatro que vi fue la ambientación de Roberto de las Carreras: “Boulevard Sarandí” protagonizado por Armando Halty en la Sala del Teatro Circular y el último trabajo fue una obra que se hizo sobre Freud con Eduardo Schinca y Taco Larreta en el Teatro del Centro. Después con Bebe Cerminara y Roberto Fontana - que fue muy amigo de Ramón-, hablaban de escenas de películas de los años 40, que Ramón no había nacido todavía. ¡Increíble! Tenía una memoria prodigiosa y de la misma manera como hablábamos de eso, hablábamos de temas banales, como dónde había hecho los almohadones y dónde había comprado la tela.




Bueno, ¡las comidas de Ramón!, ¡cómo cocinaba!, ¡qué maravilla!. Era una manera de ofrecerles a todos. Cuando hacia reuniones grandes nunca era el centro porque iba de la cocina a servir, se sentaba un ratito y escuchaba a otro. Para él lo importante era que la gente se encontrara. Eso es una virtud de una persona.

Entonces con Ramón en una época teníamos un grupito que nos reuníamos todos los domingos, le llamábamos el “Petit Comité”, pero no se hablaba de política porque cada persona pertenecía a distintos sectores. Después en otras reuniones más grandes habían actores, escritores, venían escritores de Buenos Aires. Bueno, ¡lo encontré a Borges!. A Borges lo conocí a raíz de una película que se había hecho acá y a través del protagonista de la película lo conocí en Buenos Aires, pero después lo vi en la casa de Ramón. También ahí conocí a Beatriz Guido y otros artistas de Argentina.

Por lo que el legado de Ramón le pertenece a la Cultura Uruguaya y no puede pasar como un periodista que, después de la saga de Rodriguez Monegal - que él tanto admiraba-,  y otros tantos críticos como Abbondanza -que afortunadamente está vivo y fue muy amigo de él-. No pueden pasar al olvido, porque son ejemplo de un periodismo que se puede estar terminando.

 

“Agonistas y Protagonistas”. Me parece que tiene que ser un libro que esté inserto en los programas de estudio de Periodismo. Porque el “introdujo la comunicación en el periodismo”, la verdadera comunicación del tú y el yo.

 

 __¿Qué significó Ramón Mérica para la Cultura Uruguaya?

 __Creo que significó muchísimo, ¡muchísimo!. Eso que te trajera a tu casa la visión de una Mercedes Sosa totalmente desmitificada de lo que sale en la televisión, lo que podes ver en un teatro, porque él estuvo sentado con ellos. Era un nexo, pero un nexo ideal. También sabias que estaba desprovisto de subjetivismo. Además, una persona si bien tenía su postura, él nunca subestimaba a nadie porque pensara diferente -al contrario-, los escuchaba, los admiraba y no tenía reparo alguno en contar y en decir: esa persona era así.

 

__¿Un libro de Ramón que hayas leído y lo recomendás?

 __Tengo muchos pero tal vez hay uno, que es de publicaciones de algunos de los reportajes que hizo en el diario el País, que creo fue el primero, “Agonistas y Protagonistas”. Me parece que tiene que ser un libro que esté inserto en los programas de estudio de Periodismo. Porque el “introdujo la comunicación en el periodismo”, la verdadera comunicación del tú y el yo. Después me gusta mucho “Veredas”. Para la gente que vive en el interior creo que tal vez no le llegue tanto, pero para nosotros que circulamos tan apurados, que ni miramos hacia arriba, que no miramos a veces ni al cielo, nos llega.

 



__¿Una entrevista hecha por Ramón que recuerdes?

 __ Son tantas. La de Barrault, ¡me encantó!. La de Zum Felde. De
verdad empecé a tomar contacto con las publicaciones de Zum Felde gracias a Ramón y saber más de la literatura. Porque él lo llegó a conocer a Zum Felde y estableció contacto. Después la de Jorge Amado. Para él Jorge Amado era una presencia siempre vivida en su casa. Además te contaba y vos lo veías, que “había llegado a la casa de Jorge Amado y entonces había una mesa de madera toda llena de frutas”... Era la exuberancia de Brasil y la exuberancia también de Jorge Amado. Porque él tenía una habilidad, una facilidad para entrar en tu vida, para hacerse querer.

Entre crónicas que dialogan, entrevistas que atrapan y nombres que hacen ecos, me despedí de Julia. Preocupada con que estuviera muy desabrigado quería prestarme una bufanda -algo femenina y de colores intensos-. La cual tuve que agradecerle. Pero principalmente agradecerle por recibirme tan dispuesta a transportarnos a algunos momentos de la vida de Ramón Mérica. Estoy seguro que su patrimonio intelectual tiene la capacidad de trascender el tiempo. Por haberse transformado en uno de los mayores entrevistadores de personalidades nacionales e internacionales de la historia de la Prensa Uruguaya. Con una innumerable lista de intelectuales, políticos,  filósofos y artistas; como Onetti, Juana de Ibarbourou, Marosa Di Giorgio, Cabrerita, Fernando Morena, Sábato, Piazzola, Quino, Tita Merello, Carlos Monzón, Oscar Niemeyer, Vinicius de Moraes, Chavela Vargas, Rafael Alberti, Maurice Chevalier, Alain Delon y muchos más.